Horóscopo de Hoy

Los ataques de pánico

Tenemos sensación de mareo, dificultad para respirar, se nos acelera el corazón… estos síntomas tan frecuentes para muchas personas evidencian que estamos sufriendo un ataque de pánico. Algo que en el fondo no es sino un terror corporal que brota de una fuente desconocida e inaccesible.

Los ataques de pánico son algo muy habitual en nuestra sociedad debido a que el sentimiento de distanciamiento con el "otro" ha disminuido nuestra capacidad de asimilar lo extraño, de darnos tiempo para que lo novedoso demuestre sus atractivos sin que nos inspire temor, desconfianza y angustia.

Tras cada ataque de pánico se esconden unas causas distintas para cada paciente que lo provocan. Pero hay algo común a todos los que los sufren: todos sienten frustración y vergüenza puesto que no entienden por qué les sucede ni tampoco saben qué hacer cuando les ocurre. Es por ello que tratan ocultarlos y controlarlos evitando situaciones que saben que les pueden causar un ataque o decantándose por llevar a cabo otras que creen que pueden atenuar las consecuencias de dicho ataque (por ejemplo, encerrarse en casa, salir a la calle solo en compañía de alguien, huir de los espacios abiertos, etc.) Pero este tipo de comportamientos solo les llevan a aislarse cada vez más, lo cual puede llegar a ser peor que los efectos mismos del ataque de pánico.

Mujer con ataque de pánico

Los ataques de pánico fueron diagnosticados por Freud en 1985 aunque entonces él los llamó "neurosis de angustia". Para algunos expertos este término es más correcto puesto que hace referencia al concepto angustia, a algo inherente al ser humano, universal e inevitable. No es solo un sentimiento, sino que es una experiencia que nos afecta en todos los ámbitos (el físico, emocional y mental).

La angustia es un miedo sin objeto evidente. Es un miedo que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida, a medida que percibimos que estamos solos y que algún día moriremos. Pero además de esta angustia básica, está lo que se conoce como "angustia señal" a la que sería mejor llamarla directamente miedo. El miedo nos alerta sobre las amenazas a nuestra integridad, nos permite luchar contra ellas si no podemos evitarlas. Nos facilita la supervivencia, por tanto. Pero a veces esa angustia básica adquiere una relevancia excesiva hasta el punto de convertirse en una figura protagonista de nuestra vida. El miedo útil pasa a ser una alarma hipersensible que se dispara erráticamente. La más mínima sensación corporal que se parezca a algunos de los síntomas del ataque de pánico puede disparar de nuevo los mecanismos del miedo.

Pero quienes sufren con regularidad ataques de pánico deben saber que los recursos para superar estas crisis se encuentran en su interior, en la relación consigo mismos y con el mundo que les rodea.

La ayuda terapéutica puede ser muy útil para encontrar las motivaciones profundas que provocan nuestra ansiedad. La terapia empieza por liberar al cuerpo de esa tensión acumulada como consecuencia de querer disimular sus síntomas. El cuerpo está rígido porque ha adoptado las formas rígidas de nuestros pensamientos inspirados en el miedo.

Cuando se ha logrado ablandar al cuerpo, es posible avanzar sobre la mente que también está bloqueada y carece de recursos para superar la angustia. Poco a poco, el motivo que causa nuestra angustia dejará de ser un obstáculo en nuestra vida.