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El hilo rojo del destino

La leyenda del hilo rojo del destino está presente en la mitología china y japonesa, y cuenta que las personas destinadas a conocerse están unidas por un hilo rojo invisible que permanece atado a sus dedos. Se trata de un hilo que les acompaña durante toda su vida y desde el día de su nacimiento, un hilo que nunca desaparece y que permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia.

No importa lo que tarden en conocerse esas dos personas ni si permanecen separadas durante años. El hijo rojo se tensará, se enredará o se estirará hasta el infinito, pero nunca se romperá como tampoco lo hará el vínculo que existe entre ellas puesto que es su propio destino.

Este hilo rojo, al que no podemos imponer nuestros deseos, va directo a nuestro corazón y conecta con los amores eternos, esos que cambian nuestra vida por completo. Puede ser el amor de una madre, un padre, un hermano, un amigo, un hombre o una mujer. Pero en cualquier caso, se trata de un hijo rojo que simboliza el amor y el interés común.

Una de las leyendas sobre este hilo rojo cuenta que en la Luna vive un anciano que cada noche sale para buscar entre las almas aquellas que están destinadas a unirse, y cuando las encuentra las ata con un hijo rojo para que nunca se pierdan.

Pareja durmiendo

En Japón, entre la comunidad de padres y madres adoptantes esta leyenda supone una metáfora recurrente, ya que explica que la unión que existe entre el hijo adoptado y los padres adoptantes ya está realizada de antemano por este hilo rojo y les da fuerzas en la larga espera que suele suponer el proceso de adopción.
En este contexto, es normal la utilización de expresiones como "estamos tirando fuerte del hilo rojo", o "tendiendo puentes con hilos rojos" lo que convierte a la leyenda en una frase más del lenguaje.

Pero la leyenda más popular sobre el hilo rojo del destino y cuyo origen se desconoce si es chino o japonés, es esta:
Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y le ordenó que buscara el otro extremo del suyo y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja comenzó a seguir el hilo y lo llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos vendía sus productos. Al llegar hasta ella le dijo al emperador: Aquí termina tu hilo. Pero éste creyó que se estaba burlando de él, se enfadó muchísimo y empujó a la campesina, haciendo que su bebé cayese al suelo y se hiciera una gran herida en la frente y ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después el emperador decidió casarse con la hija de un general muy poderoso a la que nunca había visto. Cuando llegó el día de la boda y levantó el velo que cubría el hermoso rostro de su futura esposa, vio que tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.

Lo que viene a decir esta leyenda es que aunque el emperador no supo ver su destino, no pudo escapar de él. Porque nadie puede escapar de la persona que nació para amarle.