Vivir desde el agradecimiento podría decirse que es una filosofía de vida. Consiste en dar las gracias de un modo sincero por todas y cada una de las cosas que nos suceden en la vida, incluso las menos positivas.
Dar las gracias por estar vivos, por ser quienes somos, por aprender y compartir, por vivir lo que hemos vivido… se trata de una actitud que aunque no siempre es fácil de mantener, nos ayudará a disfrutar más de la vida y de las cosas que más felices nos hacen y nos permitirá recuperar el estado natural de bienestar y felicidad.
Las situaciones en las que resulta más difícil ser agradecido son aquellas en las que hemos vivido experiencias dolorosas de las que aún no nos hemos recuperado. En esta situación debemos aceptar nuestro pasado y estar tranquilo con nosotros mismos y con los demás. Si eso implica pedir perdón o hacer un esfuerzo por transformar en positiva una vivencia negativa, hay que hacerlo ya que solo cuando has aprendido las lecciones que te han aportado las situaciones de la vida, puedes pasar página y ser feliz en el presente.
Cuando una situación nos ha producido o nos produce dolor, se trata de una señal de que hay algo que arreglar, cambiar o solucionar de modo que encierra una parte positiva. El estrés o el dolor nos alejan del estado natural de bienestar y nos indican claramente que algo falla. La paradoja del dolor es que en el sufrimiento hay una oportunidad, ya que el sufrimiento se convierte en un estímulo para la transformación.
Se trata de escuchar y entender el dolor, no de sucumbir al hecho de ser la víctima. Pues solo así podremos iniciar la transformación que nos lleve hacia la recuperación del bienestar.
Cuando el sufrimiento lo provoca una relación, es más complicado mantener una actitud de agradecimiento. Debemos empezar por localizar los motivos que han provocado o provocan ese sufrimiento. Puede ser por ejemplo el hecho de que proyectásemos en nuestra pareja todas nuestras frustraciones, que tuviésemos unas expectativas demasiado altas que no han recibido la respuesta que esperábamos, o que no nos quisieran como a nosotros nos gustaría que lo hicieran puesto que cada uno solo puede querer como sabe hacerlo. Una vez aceptemos esos motivos y aprendamos de ellos estaremos en posición de poder aceptar y agradecer a nuestra pareja lo que nos ha enseñado. Pues todas las personas que aparecen en nuestro camino tienen algo que aportarnos.
La actitud apreciativa nos ayuda también a superar el malestar que un fracaso o una derrota puedan provocarnos. El fracaso, visto desde este punto de vista, nos ayuda a revisar nuestras metas, redefinir nuestros objetivos, a desarrollar la humildad y fortalecer nuestra paciencia. Si valoramos estos aprendizajes nos sentiremos agradecidos por haber vivido ese fracaso o derrota puesto que nos ha permitido convertirnos en una persona mejor.
Para mantener esta actitud abierta al aprendizaje es bueno que nos hagamos preguntas positivas: ¿qué puedo aprender de esto? ¿qué puedo aportar a los demás para mejorar? Además estas preguntas nos llevan al amor, la generosidad, el perdón y la tolerancia.
Cuando agradecemos y valoramos nuestros logros y los de los demás, vamos registrando experiencias positivas en nuestra memoria, lo que hace que incrementemos nuestra autoestima y capacidad para confiar en nosotros mismo y en nuestra propia capacidad de transformación. Sin confianza no hay agradecimiento, ni esperanza, ni tolerancia ni posibilidad de aprendizaje a partir de los errores.
No debemos olvidar que para responder con gratitud es necesario silencio, paciencia y capacidad de reflexión para no reaccionar de forma inmediata desde el temor o el dolor. La respuesta debe proceder del amor, el respeto, la escucha, la tolerancia, la creatividad y la fuerza interna.