En una sociedad exigente y competitiva como la nuestra las críticas son algo muy frecuente. Las recibimos en el trabajo, en casa, de nuestros amigos… y a menudo provocan en quien la recibe una sensación desagradable, de malestar. La crítica nos hace sentir atacados por lo que somos o lo que hacemos.
Pero pese a que a nadie le guste recibir críticas la mayoría tenemos por costumbre lanzarnos a la crítica cuando hay una situación que nos desagrada o un comportamiento de alguien que no nos gusta. Y con la crítica viene de la mano el juicio a esa persona. Colgamos una "etiqueta" a alguien y dejamos de verle de forma objetiva. No somos conscientes de que juzgar y ser juzgados tiene un efecto muy negativo sobre nuestra autoestima y espíritu.
A nadie le gusta recibir críticas. El exceso de crítica vuelve a nuestros egos sensibles y vulnerables. Criticar solo sirve para malgastar nuestro tiempo y además nos impide ver las cosas buenas de esas personas y de todo lo que hay a nuestro alrededor.
Por ello, si en lugar de criticar a alguien porque creemos que ha hecho algo mal, observamos su comportamiento, lograremos analizar la situación desde un punto de vista más neutro y sobre todo podremos ayudarle de verdad a cambiar.
Las observaciones se basan en lo que captamos o sentimos. Sin embargo, no deben suponer un juicio a los demás como personas. Por eso precisamente las observaciones que recibimos son realmente positivas y una verdadera ayuda, porque nos dan la oportunidad de descubrir qué despierta en los demás nuestro comportamiento sin que seamos juzgados por ello.
Hacer comentarios a los demás sin que sean vistos como críticas que hieran su sensibilidad requiere tener en cuenta una serie de pautas. Seguirlas nos permitirá tener una relación con las personas de nuestro entorno mucho más plena y satisfactoria:
- Sustituye las críticas por observaciones: dile a los demás qué es lo que su comportamiento o sus palabras provocan en ti pero no los juzgues como personas o estarás haciendo una crítica en lugar de una observación.
- Habla en primera persona: evita generalizar tus percepciones y haz tus observaciones en primera persona. Es decir, habla de lo que a ti te sugiere individualmente, de lo que has captado, de lo que has sentido ante su comportamiento o sus palabras. Es decir en lugar de "eres", utiliza un "yo creo" y sustituye los "siempre" por "en esta ocasión".
- Haz las observaciones negativas en privado: conviene hacer las observaciones negativas en privado ya que al hacerlas en público tienden a verse como una crítica pública y no como una ayuda. Los halagos sin embargo, pueden hacerse en público.
Menciona la parte positiva: compensa tus observaciones negativas con otras positivas. A menudo tendemos a olvidar estas últimas y son igual de importantes y necesarias.
- Mira a la gente cada día desde una nueva perspectiva: si cada día observamos a las personas que conocemos con nuevos ojos, como si fuese la primera vez que los conocemos nos estaremos liberando de cualquier "etiqueta" previa que les hayamos podido poner en el pasado y seremos mucho más objetivos y juiciosos en nuestras observaciones hacia ellos.