Tener un hijo es una decisión importantísima para cualquier pareja pues cambiará para siempre su vida. Cuando se disfruta de una vida plena (profesionalmente, económicamente y sentimentalmente) resulta más sencillo tomar una decisión tan importante como esta. El embarazo y posterior nacimiento de un hijo cambiarán la vida de ambos, pero sobre todo cambiará la de la madre, para quien su hijo pondrá su mundo patas arriba en muchos sentidos pero sin duda, y a pesar de las renuncias que pueda llegar a hacer, le proporcionará infinidad de alegrías, satisfacción y felicidad.
Entre esos cambios que el embarazo provoca en la mujer, se encuentran cambios físicos que llegan a incluir a su cerebro, que experimenta una mejora en las destrezas mentales que perdura toda la vida. Un ejemplo de dichos cambios serían las nuevas neuronas que se forman en el bulbo olfativo de la madre a partir del instante mismo en que se queda embarazada y que le llevan en la mayoría de los casos a afinar su olfato. Otros de los cambios que se dan en el cerebro de la mujer les llevan a ganar en inteligencia emocional, resistir mejor el estrés y actuar de forma más eficiente.
Las hormonas reproductoras producidas por la embarazada tienen el poder de cambiar físicamente su cerebro. La oxitocina, (hormona vinculada al parto, la lactancia y el vínculo materno) puede ayudar también a fomentar el aprendizaje y la memoria así como a fomentar la calma, la confianza y el vínculo social. Ayuda además esta hormona a soportar el estrés de la maternidad. Por otro lado existe otra hormona llamada prolactina, que contribuye a la lactancia y es elevada tanto en padres como en madres, parece ser clave en la disminución de la ansiedad y el miedo.
Por otro lado, tener un hijo supone una estimulación para el cerebro de la madre pues le obliga a enfrentarse a nuevas situaciones, nuevos retos físicos, mentales y mecánicos. Es una situación que obliga a la madre a aprender cosas nuevas, y dicho aprendizaje estimula a su cerebro. A medida que el niño crece los desafíos que surgen son aún más complejos, obligándoles a mejorar continuamente sus habilidades para resolverlos.
Por otro lado la maternidad aumenta la plasticidad cerebral de la madre. Esto significa que aumenta su capacidad para adaptarse a nuevas experiencias pues es capaz de utilizar repetidamente circuitos específicos de su cerebro para motivar, controlar, alimentar, empatizar, proteger o negociar con su hijo.
Todas las mujeres tienen el potencial de mejorar durante su embarazo, aunque la medida en que lo hagan dependerá de cada caso concreto y las circunstancias que le rodeen. Existen cinco formas principales de aprovechar este potencial:
- Percepción: el instinto de supervivencia y protección hace que la madre mejore su percepción del entorno.
- Eficiencia: la falta de tiempo obliga a las madres a aprender y memorizar nuevos conceptos más rápidamente. Necesitan adquirir nuevas habilidades para ser más eficientes. Hay expertos que sostienen que lo que ocurre es que aumentan sus niveles de dopamina (un neurotransmisor que mejora la atención y ayuda a un uso más eficaz del cerebro en situaciones moderadamente estresantes)
- Motivación: esta cualidad engloba el atrevimiento y la ambición que se da en las madres como consecuencia de su deseo de proteger a sus hijos a cualquier precio. A menudo esa motivación provocada por el embarazo puede llevarles a aumentar su nivel de autoestima, dotándoles de motivación en otros campos como pueda ser el profesional, por ejemplo.
- Inteligencia emocional: es una mezcla de conciencia de uno mismo, autocontrol y empatía. Entre sus ventajas está que contribuye a construir mejores relaciones sociales y matrimonios más sólidos. El día a día obliga las madres a desarrollar su inteligencia emocional para ayudar a sus hijos.