Esta festividad se celebra el día 1 de agosto, en la víspera del día de Nuestra Señora.
Antiguamente se la conocía como la fiesta del pan, momento en que se agradecía a la tierra los dones que había otorgado al hombre. Estaba consagrada al dios céltico del conocimiento y la sabiduría Lugh, y por ello también se le conocía como festividad de Lugnasadh.
Existen diferentes versiones sobre qué se conmemoraba en la festividad de Lammas o Lugnasadah. Parece que la versión más aceptada es la que afirma que se celebraba la muerte del dios Lugh, dios de la naturaleza y la vegetación que moría y renacía cada año. Los frutos se enterraban a modo de ofrenda para que al año siguiente volvieran las buenas cosechas.
Otra versión acerca de la festividad de Lammas afirma que fue el propio Dios Lugh quien la creó para recordar a la que fuera su nodriza, Tailfiu, que falleció en esta fecha.
Otra versión diferente es la que afirma que el Dios Lugh quiso recordar en esta fecha a sus esposas Nos y Bui.
La tradición celta señala que esta fecha solía abarcar quince días antes y quince días después del 1 de agosto, finalizando en la fecha en que el cristianismo celebra la festividad de "la Virgen de agosto"
En Irlanda, la festividad de Lugnasadah se conoce como Bron Trogain, traducido "El dolor de Trogain"
Al tratarse de una fecha mágica, resulta un momento perfecto para llevar a cabo un ritual, en este caso, no uno de petición, sino de agradecimiento. Algo igualmente importante.
Ritual de Lammas o Lugnasadah:
Antes de comenzarlo nos haremos con todo lo necesario. Por un lado necesitamos siete semillas distintas (mejor si son compatibles en características con el lugar en el que vivimos, ya que tendremos que plantarlas en la tierra y nos interesa que germinen), una caja de cerillas y siete velas de los siguiente colores: blanca, roja, amarilla, azul, verde, color añil y naranja.
Nos desplazaremos hasta el campo o el monte y empezaremos a cavar siete pequeños agujeros formando un círculo y siguiendo el sentido de las agujas del reloj.
Cuando hayamos terminado daremos una vuelta alrededor del círculo colocando junto a cada agujero una vela. En una tercera vuelta iremos encendiéndolas con las cerillas una a una. Al terminar nos sentaremos dentro del círculo y meditaremos sobre ese sentimiento de gratitud que queremos transmitir.
Lo siguiente que haremos será dar una nueva vuelta al círculo introduciendo una semilla en cada agujero. Puesto que cada vela representa a un planeta diferente, mientras vayamos introduciendo las semillas dedicaremos una oración de agradecimiento escrita por nosotros. En el caso de la vela blanca le agradeceremos a la Luna la imaginación y la creatividad mental de las que nos dota; para la vela roja, la salud y fuerza que nos da Marte; la vela amarilla la relacionaremos con Mercurio y la capacidad que nos proporciona para aprender y estudiar; la vela azul, la vincularemos con Júpiter, la suerte y la capacidad de análisis; la vela verde la relacionaremos con Venus y la capacidad de amar; la vela color añil, con el planeta Saturno y la comprensión que nos proporciona y para la vela naranja (que representa el Sol) nuestra capacidad para comunicarnos con otros y nuestra personalidad.
Cuando terminemos, taparemos los siete agujeros, nos sentaremos en el medio del círculo y dejaremos que las velas se consuman por completo. Una vez lo hayan hecho regaremos las siete semillas.
Este ritual sirve para agradecer a los astros algo que se nos ha concedido, aunque quizá todavía no hayamos obtenido todo lo que deseábamos. Agradecérselo, no impedirá que veamos nuestro sueño totalmente cumplido, sino que liberará una energía tan poderosa que ayudará a su cumplimiento.