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La técnica del EMDR

La técnica del EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de movimientos oculares) es una terapia que superar las experiencias difíciles, duras o traumáticas así como toda clase de dificultades y bloqueos de forma que seamos capaces continuar con nuestra vida.

El EMDR se sitúa en el polo opuesto a las terapias verbales y también difiere de las corporales. Por ello por ejemplo es muy útil con pacientes que permanecen mudos o bien porque no saben lo que les pasa y no pueden interpretar sus emociones (muy común en los adolescentes) o por otros motivos.

Cuando una persona tiene una experiencia traumática (un accidente de tráfico, la pérdida de un ser querido, una fobia, etc.) esta puede quedarse bloqueada en el sistema nervioso quedando esas imágenes, sonidos, pensamientos y emociones congeladas dentro de su cuerpo y de su mente. Normalmente el cerebro tiene un sistema de procesamiento de información que nos mantiene equilibrados, pero el trauma puede atascar este sistema y causar una serie de síntomas que nos incapacitan como por ejemplo fobias o pesadillas recurrentes. Los movimientos bilaterales que se aplican en la terapia EMDR desbloquean sistema nervioso y permiten al cerebro procesar esta información.

Experiencia traumática

Pero no es necesario tener un gran trauma para beneficiarse de los efectos positivos del EMDR puesto que todos tenemos bloqueos y pasamos por experiencias que nos influyen negativamente. El miedo, la desconfianza, el temor a sufrir o al dolor hacen que, a menudo, se rechace todo aquello que creamos que nos puede afectar emocionalmente. El EMDR ayuda a poner claridad dentro de uno mismo y a eliminar obstáculos que nos impiden llevar una vida plena.

Además el EMDR consigue que los dos hemisferios cerebrales funcionen a la par, algo que no siempre ocurre en personas que han vivido un trauma puesto se sabe el cuerpo calloso (un área en medio del hemisferio derecho y el izquierdo) tiende a engrosarse en las personas que han sufrido un trauma, lo que provoca una transferencia menor de información entre ambos hemisferios. La terapia del EMDR logra corregir este hecho contribuyendo con ello al efecto de desensibilización y reprocesamiento.

Una sesión de EMDR puede durar de veinte minutos a tres horas en función de lo que considere el terapeuta. En ellas se aconseja al paciente que no trate de dirigir el proceso, y que simplemente se dejen llevar. En la sesión se distinguen las siguientes fases:
- Se pide al paciente que elija algún recuerdo problemático, pesadilla, incidente o sentimiento concreto.
- Después el terapeuta se centrará en localizar el pensamiento negativo asociado por el paciente a la imagen de ese recuerdo. Puede tratarse por ejemplo de algo como "todo lo hago mal".
- A continuación tratará de hallar las aspiraciones del paciente con el fin de activar las áreas semánticas en el lóbulo prefrontal izquierdo, el área optimista del cerebro. Puede ser algo como "Todo ha terminado, estoy a salvo".
- Lo siguiente es comenzar a trabajar la estimulación bilateral. Existen tres modos de activación: movimientos oculares alternados, estimulación táctil (toques) y estimulación auditiva (sonidos). Con ellos se estimula la red neuronal donde se quedó atrapado el recuerdo, de forma que se da el impulso necesario que restaura los mecanismos naturales de procesamiento del sistema. Cada serie de movimientos sigue desbloqueando información perturbadora hasta que que recuerdos y pesadillas pierden su connotación negativa y son reemplazados de forma natural por una actitud más positiva y útil.