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La hidroterapia

La palabra hidroterapia proviene los términos griegos Hydro (agua) y Therapia (curación). Consiste en la utilización del agua con fines terapéuticos mediante cambios de temperatura y presión. Entre esos fines terapéuticos está el tratamiento de traumatismos, reumatismos, trastornos digestivos, respiratorios o neurológicos, eliminación de toxinas, etc.

Esta práctica se remonta a siglos y siglos atrás. Espartanos y griegos utilizaban el agua fría como método higiénico y curativo y también como lugar social y de reunión a través del uso de las termas.

El agua posee numerosas propiedades terapéuticas que podemos agrupar en propiedades dinámicas, mecánicas y químicas.
- Propiedades dinámicas: a través de grifos a presión logra incrementar la circulación venosa de retorno, ejerciendo un efecto relajante y consiguiendo que eliminemos las tensiones localizadas. Algo especialmente recomendado para pacientes que sufren de estrés, fatiga general, sobrecargas musculares o que pasan muchas horas de pie.
- Propiedades mecánicas: el agua consigue incrementar la temperatura corporal a través de masajes.
- Propiedades químicas: son las que se consiguen tras añadir al agua otro tipo de componentes como puedan ser aceites esenciales o plantas.

Una mujer disfrutando de un tratamiento de hidroterapia

Como ya hemos dicho, el éxito de la hidroterapia radica por un lado en las propiedades físicas del agua y por otro en los cambios de temperatura y presión que se aplican a través de las diferentes técnicas que existen. De modo que sumergirnos en una piscina de burbujas no tendría el mismo efecto sobre nuestro organismo.

Existen numerosas formas de aplicar la hidroterapia:
- Baños: totales, parciales, de contraste (con cambios alternativos de temperatura), de remolino (en los que el agua ejerce presión sobre una parte del cuerpo) o baños de vapor (especialmente recomendados para personas con problemas respiratorios pues abren las vías respiratorias), sauna, etc.
- Duchas: a través del efecto que produce el agua fragmentada al salir de la ducha.
- Chorros: al salir el agua por un solo agujero es posible concentrar su acción sobre un punto concreto. Normalmente los chorros de agua se proyectan a diferentes presiones y temperaturas.
- Afusiones: consisten en verter agua, normalmente fría, sobre el cuerpo a una cierta altura.
- Tanques o piscinas: sumergiéndose en ellos para nadar o para realizar actividades físicas en el medio acuático.

Estas técnicas podemos encontrarlas tanto en los spa como en los balnearios. La diferencia entre ambos radica en que las aguas de los balnearios poseen propiedades mineromedicinales, de las que el usuario también obtiene enormes beneficios para su salud. Mientras que en el caso del spa, o también llamados balnearios urbanos, se trata de agua de uso común. En ambos lugares encontraremos todo tipo de técnicas de hidroterapia.

Si por nuestra cuenta queremos tomar un baño en una bañera de hidromasaje debemos tener en cuenta varios factores. El primero es la temperatura: no es recomendable que supere los 39º. Y el segundo la duración: debe ser de entre diez y veinte minutos.