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La alquimia

La alquimia es una antigua disciplina pseudocientífica que data del año 200 a. C. Se sirvió de nociones de química, física, medicina, astrología, espiritualismo y el arte y fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India, China, la Antigua Grecia, el Imperio romano, y el Imperio islámico para después extenderse por Europa hasta el siglo XVIII.

Los alquimistas pretendían convertir el metal en oro. Pero para poder llevar a cabo esa transformación debían purificarse antes mediante la oración y el ayuno. En sus intentos por conseguir su objetivo, llevaron a cabo importantes descubrimientos que continúan utilizándose hoy en día en la química convencional, la medicina homeopática, la fabricación de vidrio, tintes, abonos o extractos.

Entre los más célebres alquimistas se encuentran Paracelso, que logró que la química entrara en la Universidad; Geber que contribuyó al descubrimiento de la fórmula del ácido nítrico; Valentin, que descubrió las sales del antimonio; Salerno, que hizo lo propio con la fermentación alcohólica, Nostradamus que mostró la existencia del ácido benzoico; Kinchel, que lo hizo con el fósforo y Ramón Llull con la acetona.

Alquimia

El saber alquímico se condensó en los textos de la Tabla Esmeralda o Hermética (Tabula Smaragdina), atribuida a Hermes Trismegisto, un legendario alquimista grecoegipcio. El hallazgo de dicha tabla considerada la base de la alquimia, se produjo en una cámara de una pirámide de Egipto, en la que había una estatua de Hermes.

Toda la alquimia se basaba en hallar la Piedra filosofal. Esta era una sustancia alquímica legendaria que se decía que era capaz de convertir los metales vulgares como el plomo en oro y que también se consideraba el elixir de la larga vida, capaz de rejuvenecer e incluso de conceder la inmortalidad. Durante muchos siglos, fue el objetivo más codiciado de la alquimia.

La alquimia utilizó un gran número de símbolos de la mitología y la astrología para describir los procesos químicos manteniendo el secretismo, pues los secretos alquímicos solo se transmitían de maestro a alumno verbalmente. Entre esos símbolos encontramos:
- León: símbolo del azufre. Si lleva alas significaba que se hallaba en relación con el mercurio. El león significó el metal del que se extraía el vitriolo. En relación con otros animales, representaba el elemento tierra.
- Luna: se la consideraba la madre de la alquimia, símbolo de la plata y que podía representar el mercurio filosófico.
- Serpiente: equivalía al dragón. Cuando aparecían tres serpientes representaban los tres principios de la alquimia (purificar, fijar y trascender). Mientras que dos serpientes simbolizaban el azufre y el mercurio. Con alas, equivalía a lo volátil, sin alas, al principio fijo.
- Sol: se le consideraba el padre de la alquimia, símbolo del oro filosófico.
Posteriormente, en el siglo XX, El psiquiatra suizo Carl Gustav Jung revisó el simbolismo alquímico e interpretó la alquimia desde una perspectiva mucho más profunda, como una senda espiritual.

Los científicos contemporáneos reconocen la aportación de los alquimistas a la química moderna, pero consideran que estaban demasiado preocupados por la búsqueda inútil y supersticiosa del oro a pesar de que los alquimistas repetían con insistencia que "su oro no era el común".

En base a esto hay quien sostiene que el lenguaje de los alquimistas es una metáfora del trabajo interior, de la transformación personal. Consideran que la transformación de los metales base en oro, significa en realidad la transformación de los elementos impuros del ser humano en virtudes a través de un proceso que puede suponer incluso, la aparición de ciertos dones hasta ese momento desconocidos.

Sin embargo muchos alquimistas hicieron entender en sus textos que habían logrado encontrar la Piedra Filosofa, como es el caso del alquimista del siglo XIII Nicolás Flamel o de Juan Federico Schweitzer, conocido con el nombre de Helvetius.