Los primeros vínculos que se establecen entre padres e hijos serán muy importantes en el futuro porque determinarán el modo en que ambos se relacionarán. Los padres muy sufridores que están siempre pendientes de cualquier pequeña señal de malestar de su bebé y se preocupan más de la cuenta están sin saberlo alimentando una relación de mayor dependencia con su hijo.
Es muy importante que los niños desde pequeños puedan aprender a tolerar bien las frustraciones y contrariedades y encuentren por sí mismos recursos para sobreponerse a ellas y que no sean siempre sus padres quienes les resuelvan cualquier contratiempo que surja.
Para que esto sea así, los padres pueden fomentar la autoestima de los niños en campos específicos:
- El cuidado de sí mismos: higiene, alimentación, salud, imagen…
- Las habilidades sociales: es muy importante que desde pequeños los niños se relacionen con otros niños y también con adultos. Los padres deben facilitar todo tipo de relaciones sociales permitiéndoles, por ejemplo, ir a casa de sus amigos o dejando que ellos vengan a la suya.
- El ocio: los niños necesitan tiempo libre para jugar solos y en compañía de otros. No es conveniente estar siempre con ellos y crearles una dependencia paterna siempre que tengan un momento libre.
- La responsabilidad: enseñarles a los niños a asumir una serie de obligaciones y hacerse cargo de sus propios actos. Para ello pueden ir dotándolos de pequeñas responsabilidades que harán que éste se familiarice con el concepto de responsabilidad y se sienta importante porque vea que confían en él.
Pero además, la independencia de un niño depende en buena medida de la mentalidad de sus padres, de la confianza que vayan depositando en ellos y de la capacidad que dispongan para dejarles enfrentarse a las distintas tareas.
Cuando ésta no es suficiente por miedo a que a sus hijos les ocurra algo malo, los padres acaban cayendo en la sobreprotección. Esta actitud vuelve a los niños inseguros y hace que no tengan tolerancia alguna a la frustración ya que no están acostumbrados a ella. Esta clase de niños no se sienten capaces de hacer nada por sí mismos porque sus propios padres no les ven con seguridad y por tanto no les transmiten mensajes de confianza. La consecuencia es que acaban siendo niños más inmaduros e infantiles que corren el riesgo de terminar aislándose del resto.
Pero los padres con su mentalidad también pueden fomentar la autonomía de los niños cultivando su autoestima. Un niño con una buena imagen de sí mismo sabe valorarse y confía en sus capacidades. Unos padres que destacan en su hijo sus aspectos positivos y le muestran confianza en sus comportamientos se forjará una idea muy positiva de sí mismo lo cual hará que esté dispuesto a hacer cosas nuevas. Un niño con buena autoestima tendrá recursos para enfrentarse a los problemas que vayan surgiendo, confiará más en sí mismo y no se dejará llevar por la opinión de sus compañeros.
Además, los padres pueden fomentar la autoestima de sus hijos a través de otra serie de conductas:
- Enseñándoles a tomar sus propias decisiones: es útil para ello proponerles distintas alternativas para que puedan elegir la que mejor se adapte a sus gustos.
- Animándoles en sus decisiones: en lugar de criticarlas cuando éstas sean poco realistas, es preferible darles apoyo e informarles de que si surge algún inconveniente contarán con ayuda.
- Poniéndoles ciertos límites: los niños deben aprender a respetarse a sí mismos y a los demás y para ello es necesario que aprendan lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede y lo que no se puede hacer.
- Alabando sus esfuerzos: es muy importante reconocer cada pequeño logro conseguido por el niño ya que de lo contrario no se sentirán valorados ni amados y entonces difícilmente podrán cultivar su independencia.