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El poder de la sonrisa

Cuando sonreímos mostramos satisfacción, placer o entretenimiento, pero también podemos utilizar la sonrisa para expresar sarcasmo, seducir, agradar, inspirar ternura o generar buen humor.

Todos los seres humanos sonreímos ante ciertos estímulos independientemente de cuál sea nuestra cultura e incluso también los animales lo hacen, aunque en su caso en señal de amenaza o presentación.

La sonrisa es el estímulo más poderoso del repertorio expresivo humano. Clave en la comunicación no verbal junto con las miradas y los gestos y que implica a 17 músculos del entorno de la boca y los ojos cada vez que la llevamos a cabo.

La sonrisa genera simpatía y atracción inmediata. Podemos no conocer de nada a alguien, pero si vemos que esa persona sonríe nos caerá bien casi de forma automática. La explicación está en que cuando vemos una cara sonriente, sonreímos y eso libera endorfinas en nuestro organismo, las hormonas de la felicidad y el buen humor.

Está científicamente demostrado que sonreímos durante toda nuestra vida y que comenzamos a hacerlo desde que estamos en el útero materno. Más tarde cuando somos bebés, lo hacemos unas 90 veces al día, un adolescente lo hace unas 20 y un adulto mucho menos todavía. Cuando llegamos a la edad adulta disminuimos nuestras sonrisas a causa de nuestras prisas, preocupaciones e inconvenientes a pesar de que seguimos contando con la misma habilidad para sonreír que teníamos cuando éramos pequeños.

Chica sonriente

Si sonreír es el mejor antídoto contra la tristeza y el mal humor, deberíamos esforzarnos por dejar nuestras inquietudes a un lado y mostrar al mundo nuestra mejor cara. Podemos optar por practicar cualquiera de los diecisiete tipos de sonrisa que los expertos distinguen. Todas nos harán sentir mejor. Éstas son algunas de las más frecuentes:

- La sonrisa genuina: es la sonrisa auténtica, la que se produce de forma natural ante una emoción. Cuando la recibimos de otra persona nos sentimos a gusto, aunque no tengamos ninguna relación con la persona que nos la dirige y genera en nosotros una reacción positiva que nos hace devolverle el gesto automáticamente. Es una sonrisa sin juicios de valor, calurosa, acogedora. En ella las comisuras de los labios van hacia arriba y los músculos de alrededor de los ojos se contraen, mientras que las mejillas se elevan y los ojos se entrecierran.

- La sonrisa cómplice: es la sonrisa que une. Nos da seguridad porque revela un entendimiento estrecho, una complicidad con una persona que es muy importante para nosotros y en quien confiamos plenamente. En ella se ríe no solo con la boca, sino también con la mirada.

- La sonrisa tímida: es la sonrisa que nos protege ante lo desconocido. La que ponemos ante alguien que no conocemos como forma de relajar el ambiente. Normalmente apartamos o bajamos la vista para evitar el contacto visual directo por timidez o vergüenza. En el fondo es también una sonrisa defensiva que nos escuda.

- La sonrisa vergonzosa: la que nos disculpa. Evidencia nuestro deseo de querer tomar una cierta distancia ante una situación comprometida en la que la vergüenza nos consume. Es una sonrisa con la que buscamos que nos disculpen por haber llegado tarde o haber cometido un error.

- La sonrisa audaz: nos proporciona confianza. Nos ayuda a sacar nuestra parte más positiva y a manejar mejor el estrés y en esta situación hace que ganemos más seguridad en nosotros mismos.

- La sonrisa seductora: es la sonrisa convertida en la más potente arma de seducción. A veces va acompañada de un sutil jugueteo con el pelo, otras de una leve inclinación de la cabeza hacia un lado, etc. Para cada cual una sonrisa se convierte en seductora por un motivo diferente, pero en la mayoría de los casos se esconde tras ella algo común: la intención de gustarle a la persona que tenemos enfrente.