Horóscopo de Hoy

El divorcio y los hijos

Las familias divorciadas son en nuestra sociedad algo muy habitual, aunque desde luego que no por ello, se trata de un paso fácil. Es importante que los miembros de la pareja tengan claro que la separación es una solución que les atañe únicamente a ellos y que los hijos deben quedarse siempre al margen tanto antes como después de la separación.

Pero la etapa anterior a la decisión de divorciarse es igualmente dura para los niños. Se trata de una situación de crisis previa en la que los niños perciben la tensión entre sus padres, son testigos de sus discusiones y también de sus reproches y que a menudo viven en silencio y soledad ya que con frecuencia los padres están más ocupados en intentar solucionar sus problemas o en ocultarlos que en permanecer con sus hijos. En esta etapa es importante que los padres tengan en cuenta a sus hijos y les hablen con sinceridad.

Toda ruptura de la relación entre sus progenitores supone para los niños la pérdida de una situación familiar que tenían interiorizada y que aunque pudieran existir ciertos problemas, les proporcionaba estabilidad. Como cualquier otra pérdida, requiere de un duelo y ello conlleva un tiempo y un trabajo de contención y acompañamiento por parte de los adultos. Este duelo está teñido de sentimientos contradictorios y es frecuente que los hijos se sientan culpables, tristes y angustiados al imaginar cómo será su propio futuro.

Madre e hija

Tomada la decisión, los padres, pese a estar inmersos en su propio dolor, no deben abandonar sus obligaciones parentales. Es conveniente que ambos hablen a sus hijos sobre lo sucedido y les expliquen los acuerdos a los que han llegado respecto a ellos dejando que hagan todas las preguntas que quieran y contestándoles de manera sincera y sin entrar en detalles dolorosos. Se debe transmitir la idea de que la separación se ha hecho para mejorar la situación de toda la familia sin que nadie sea culpable de dicha decisión.

Cada niño reaccionará ante la noticia de la separación de sus padres de un modo distinto en función de su edad y de su personalidad:
- Hasta los 3 años: cuanto más pequeños son los niños menos recursos tienen a su alcance para afrontar la separación y por ello pueden comportarse como si fueran más pequeños de lo que son. Quizá vuelvan a pedir el chupete, reclamen mayor atención, etc.
- De 3 - 6 años: son edades en las que les cuesta asumir la separación y, a veces, se la niegan a sí mismos y a las personas de su círculo diciendo que sus padres siguen juntos. Algunos niños de estas edades pueden llegar a sentirse culpables, y otros suelen mostrar algún retroceso en su desarrollo, así como tener pesadillas nocturnas o somatizar su malestar en forma de dolores de cabeza o falta de apetito.
- Hasta los 12 años: en esta etapa los niños suelen enfadarse más con sus padres que en las edades anteriores, tienden a mostrar rabia y a no querer aceptar fácilmente la situación culpando al progenitor que haya tomado la decisión o bien buscando alianzas para que ambos se reconcilien.
- En la adolescencia: suelen criticar a quien ha tomado la decisión. Es frecuente que se hagan "mayores de repente" para ejercer el papel de quien ha abandonado la casa o que puedan caer en conductas negativas si hay una mayor permisividad.

A la hora de llevar a cabo el divorcio, conviene que ambas partes traten de esforzarse por dejar atrás su resentimiento y lleguen a acuerdos beneficiosos para todos. Para ello:
- Es importante respetar los acuerdos alcanzados (en materia de residencia, visitas, etc) y si hubiera algún desencuentro entre ambas partes tratar de llegar a una solución dialogada.
- No entrometerse en la relación que los niños tengan con su padre o su madre, y en ningún caso hacerlo para descalificarle o hablar mal de él o ella. Hacerlo puede ser enormemente perjudicial para los niños, pues podrían acabar desarrollando un odio injustificado hacia el padre o la madre.
- Mantener el mismo tipo de normas en ambas casas: por ejemplo, no se trata de que el cónyuge que los ve durante el fin de semana solo les conceda caprichos.
- El niño debe disponer en ambos hogares de todas aquellas cosas que le resulten familiares y que le han sentir que está en su casa. Se trata de que cuando vaya a la casa en la que no vive habitualmente no sienta que está de visita.