El coaching es una metodología, utilizada generalmente de forma individual, capaz de ayudar a las personas a cambiar su vida. Para ello se centra en eliminar los obstáculos que interfieren entre sus acciones y los resultados que desean obtener. En palabras del coach Stewart Berman, "el coaching se encarga de ayudar a las personas a conectar consigo mismas, de forma que estén mejor preparadas para tomar decisiones con respecto a lo que desean lograr en su vida y cómo desean lograrlo".

El coaching está centrado en las personas y en sus objetivos y suele llevarse a cabo mediante conversaciones entre el coach y su cliente con el objeto de ayudar a alguien a avanzar en relación a sus objetivos. Pero no debemos confundir el coaching con el simple hecho de recibir consejos. Cuando recibimos un consejo, quien nos lo proporciona a menudo se centra en su propia opinión o perspectiva, mientras que el coach se centra en la otra persona, en sus objetivos, deseos, curiosidades y esperanzas y por tanto actúa en su beneficio.

Un coach no da un sermón, sino que habla poco, escucha mucho y facilita el proceso de pensamiento de su paciente. Su objetivo es ampliar los puntos de vista de su cliente de manera que éste pueda ver nuevas posibilidades o abordar los desafíos desde una perspectiva diferente. Es una especie de facilitador que ayuda a las personas a descubrir y a desarrollar todo su potencial así como a ver, analizar y aprovechar las oportunidades que se les presentan.

Un coach debe ser por tanto un comunicador eficaz. Además debe ser capaz de escuchar de forma activa y en profundidad, ser empático, hacer las preguntas correctas, generar una confianza sólida con su paciente, mejorar la motivación por el cambio de éste, ser curioso, evitar hacer juicios y dejar a un lado su agenda personal.

Sus propósitos respecto a su cliente son estos:
- Mejorar su capacidad para recibir más coaching.
- Ayudarle a soltarse.
- Mejorar su autoconciencia.
- Facilitar su avance.
- Descubrir su potencial y fomentar sus habilidades.
- Ayudarle a crear y llevar a cabo los planes de acción.

El éxito final del coaching debe ser juzgado según los resultados del cliente, de modo que si éste logra sus objetivos, se considera exitoso. Pero también se considera que ha funcionado cuando éste logra producir un cambio positivo en su forma de pensar.

Es por tanto muy importante llegar a un acuerdo claro y por adelantado entre coach y paciente sobre cuáles son sus objetivos. Los más comunes suelen ser ganar más dinero, comunicarse más eficazmente, sentirse mejor física y emocionalmente, mejorar la calidad de vida o avanzar hacia el logro de un objetivo concreto.

Establecer cuál es nuestro propio objetivo no siempre es fácil. Por eso el coach se encarga de ayudar a sus clientes a fijar objetivos realistas que al mismo tiempo les resulten estimulantes. Los objetivos no deben ser ni demasiado amplios ni demasiado específicos y al mismo tiempo deben ser desafiantes pero no imposibles.

Una vez cliente y coach han definido unos objetivos, lo siguiente es valorar la realidad actual en relación a esos objetivos propuestos. Posteriormente ambos lograrán un acuerdo en el que también se concreten aspectos como la frecuencia y duración de las sesiones de coaching, el formato de éstas, o las directrices sobre la confidencialidad y sinceridad.

El siguiente paso en el trabajo de un coach es crear un plan de acción. Se trata de planificar por adelantado una serie de hitos que conducirán a su cliente a la consecución de sus objetivos con el objetivo también de que éstos puedan ser reconocidos y celebrados a lo largo del proceso. En este plan de acción están contempladas también otro tipo de acciones destinadas a que el paciente se libere de sus obstáculos.