Sabemos que hombres y mujeres somos distintos neurológicamente y en consecuencia, percibimos el mundo de forma diferente. Ser conscientes de esas diferencias puede, lejos de separarnos, ayudar a entendernos y hacer que la comunicación entre los dos sexos sea mucho más fluida y enriquecedora.
Las mujeres tienen entre 14 y 16 zonas cerebrales específicas para el lenguaje, mientras que los hombres tienen de seis a siete. Por otro lado, mientras que las mujeres pueden decir hasta 8.000 palabras al día, un hombre solo usa unas 3.000. Por eso las mujeres a menudo afirman que los hombres no hablan, y ellos dicen de éstas que nunca callan.
Además, en situaciones de estrés a las mujeres se les activa la función cerebral del habla mientra que el hombre, en una reacción totalmente opuesta, calla. La respuesta está en que lo que activa en su cerebro son las funciones de la habilidad espacial y la lógica. De ahí que prefiera buscar soluciones o hacer cosas para mantenerse ocupado.
Desde el principio de la evolución la mujer era la defensora del hogar y estaba al cuidado de los hijos, de modo que tuvo que aprender a observar su comportamiento e interpretarlo, es decir, a desarrollar su percepción. Mientras que el hombre sin embargo, era cazador y tenía la obligación de encargarse de asegurar la supervivencia de modo que no necesitó desarrollar su sensibilidad (esto explica por qué la capacidad para descifrar el lenguaje corporal de los hombres no está tan desarrollada como en las mujeres)
A este argumento se suma el hecho de que la piel de la mujer posee una piel mucho más fina que la de un hombre y como consecuencia es diez veces más sensible al tacto. Por eso para las mujeres es tan importante el contacto físico.
Puesto que cada sexo tiene una forma distinta de comunicarse, deberíamos de ser capaces de adaptar nuestro lenguaje a un estilo masculino o femenino según con quien hablemos. De hecho la clave para que las relaciones de pareja funcionen consiste en hablar los dos idiomas.
Cuando una mujer habla con un hombre ha de ser directa, hablarle de soluciones y decirle qué le gusta. Pero puesto que no está preparado para hablar y escuchar al mismo tiempo (como sí le sucede a ella), no debe interrumpirle cuando hable con él.
Si es un hombre quien habla con una mujer no debe imponerle soluciones demasiado pronto y sobre todo, no hacerlo de un modo demasiado directo puesto que a ella le resultará agresivo.
Cuando una mujer habla espera del hombre que la escuche con atención y que éste le responda realizando movimientos que indiquen asentimiento.
Por otro lado, mientras que la mujer utiliza las palabras sin un sentido estrictamente literal, el hombre sí lo hace, por lo que éste tiende a interpretar cada una de sus palabras literalmente. La mujer debe, por tanto, aprender a ser más clara para comunicarse con un hombre, no dar rodeos y buscar soluciones.
El desafío para que ambos logren comprenderse mejor radica en mejorar sus relaciones personales en el caso de los hombres, y en aprender a ser más directas o específicas en el de las mujeres.