Existen momentos en nuestra vida en los que debido a distintas circunstancias, podemos sentirnos vacíos y perdidos. Si de verdad queremos retomar el camino que dejamos atrás o encontrar definitivamente el nuestro, aquel que nos conduzca hacia la felicidad que tanto ansiamos, debemos empezar por preguntarnos qué actitud deseamos cultivar.
Si optamos por una actitud saludable y la cultivamos a conciencia, nuestra vida cobrará una luz diferente y terminaremos por sentirnos más plenos. En ese trabajo hacia la plenitud nos pueden ayudar diez actitudes espirituales.
1.- Intención sincera
La intención es el germen de la creatividad. Sin una intención clara, firme y sincera las cosas no suceden, pero con ella puede suceder cualquier cosa que nos propongamos. Los seres humanos poseemos una capacidad de la que no somos conscientes. Nuestros sueños se cumplen en la medida en que nos empeñamos en ellos y nada puede llevarnos más lejos que tener una intención sincera.
2.- Compasión
La compasión es algo más profundo que ser bueno y amable y se descubre aprendiendo a amar el mundo y a los demás más que a uno mismo. La compasión se alcanza con la práctica, amando y sufriendo. Quien de verdad perdona a quien le ha herido o traicionado profundamente o quien es capaz de ayudar desinteresadamente a un extraño sabe lo que es la compasión.
3.- Relajación interior
La relajación interior es una disposición interna. No es necesario estar sin hacer nada para estar en un estado de relajación interior. Se puede estar relajando mientras se hacen muchas cosas. La respiración profunda, la meditación, el yoga, dormir lo suficiente y alimentarse bien son prácticas que ayudan a alcanzar el estado de relajación interior.
4.- Aceptar la vulnerabilidad
La vulnerabilidad indica una gran fuerza interior. Ponerse una coraza no ayuda a nadie, ni tampoco seguir protegiéndose cuando deja de ser necesario. Abrirse a la vida, mirar constantemente hacia dentro y hacia fuera, es el mejor remedio para ablandar las durezas de nuestro interior. "Lo duro se rompe, lo blando prevalece" decía el gran Tao Te Ching. Cuando se aprende a ser más blando por dentro, poniendo límites necesarios, se está dejando una puerta abierta para que la vida entre con toda su belleza y dolor. La vulnerabilidad va acompañada de una sensación de autenticidad que la acompaña lo que permite experimentar una intimidad genuina con los demás y con la vida.
5.- Contentamiento
A menudo nuestra felicidad depende de las circunstancias. Buscamos el placer y evitamos el dolor, y si lo conseguimos nos consideramos felices, pero este tipo de felicidad es muy frágil. El contentamiento no depende de las circunstancias o emociones, sino que es un estado interior que surge cuando uno se muestra receptivo, flexible y abierto ante lo que ofrece la vida. Es aceptar lo que nos brinda en vez de exigirle que sea diferente. Es sentirse agradecido incluso cuando la vida no nos da lo que queremos.
6.- Pasión
Es la capacidad de vivir a fondo y avanzar con pie firme y amor por la vida. Pero para cultivar la pasión hay que asumir riesgos, liberarse de la represión psicológica y abrirse más al mundo.
7.- Ecuanimidad
Si nos dejamos llevar por las circunstancias sin encontrar un punto de equilibrio en el que apoyarnos la vida se convierte en una montaña rusa en la que se sube o se baja según como se esté emocionalmente. Cultivar la ecuanimidad es aprender a permanecer sereno en cualquier situación, aunque sea adversa. Se trata de no tomarse demasiado en serio las cosas, ni las buenas, ni las malas. La forma de desarrollar la ecuanimidad es a través de la relajación interior.
8.- Sentido del humor
El sentido del humor no solo ayuda a sobrellevar las complicaciones de la vida. Es una valiosa herramienta de transformación personal. Al reír, se baja la guardia y se es más receptivo y permeable.
9.- Abrirse a la magia
Con la edad olvidamos nuestra capacidad natural para captar la magia y sorprendernos constantemente. Pero podemos recuperar nuestra capacidad de asombro prestando atención a los detalles, valorando las pequeñas cosas y apreciando ese destello fugaz en el que consiste la vida.
10.- Paciencia
La impaciencia no sirve para acelerar el proceso de transformación interior de uno puesto que éste es un camino que dura toda la vida. Para cultivar la paciencia hay que aprender a confiar y a tener fe en que todo llegará, pero a su debido tiempo.