Horóscopo de Hoy

Cuando la pareja se rompe

Todas las parejas consolidadas pasan por crisis, es algo completamente natural. Pero puede suceder que con una de ellas llegue la decisión final: debemos terminar con la relación, no tiene más sentido seguir prorrogándola.

Nuestro círculo más cercano se verá sorprendido ante tal situación que puede parecer consecuencia de la irracionalidad, pero en la inmensa mayoría de las ocasiones no es así. Suele tratarse de una decisión madurada durante días, meses o incluso años, fruto de una sensación tan triste y frustrante como la de que nuestra pareja no nos completa o no nos hace feliz.

Para ser capaces de tomar la decisión de terminar definitivamente con una relación siempre es necesario un detonante. Puede ser un comentario de nuestra pareja o una actitud por su parte que hasta ahora siempre habíamos tolerado y que en ese momento sabemos que ya no vamos a aguantar más. Cuando se da esta clase de situaciones la otra parte de la pareja implicada se siente totalmente descolocada por lo inesperada de la noticia.

Pareja discutiendo

Claro que a veces el detonante puede ser una tercera persona en la relación, tanto por parte de nuestra pareja (en ese caso puede ser la excusa perfecta para dejarle si teníamos alguna duda) como por la nuestra. Algo que sucede casi siempre cuando la relación entre ambas personas está gravemente deteriorada, pues de ser sólida, una nueva persona en nuestra vida no es vista como una nueva pareja sino simplemente como una amistad.

Además a la hora de decidir terminar con nuestra pareja, también influye nuestra edad puesto que ésta trae aparejada circunstancias muy distintas.
- Entre los 20 y los 30 años: estamos en fase de construcción personal y por eso las frustraciones que puede provocarnos nuestra pareja se toleran poco, motivo por el cual, cuesta menos tomar la decisión de comenzar una nueva vida.
- Entre los 30 y los 50 años: es habitual que en esta franja de edad haya hijos de por medio y éstos, unidos a la cuestión material (hipotecas, bienes en común, etc) son un gran lastre para tomar la decisión pues se tiene la sensación de que se está "rompiendo una familia".
- A partir de los 50: lo normal es que si la pareja tiene hijos, éstos sean ya mayores, por lo que no cuentan tanto como cuando estos son más jóvenes. A la hora de tomar la decisión de romper se suele pensar más en uno mismo y en su propia felicidad. Entra en juego el miedo a la soledad, pero a menudo se impone a éste el no querer seguir viviendo en conflicto.

Tras el alivio nacido de la toma de decisión, aparecen las dudas, los temores así como la tentación de dar marcha atrás. Dar el paso es siempre doloroso, nos asusta y hace que nos preguntemos una y otra vez si hemos hecho lo correcto. Además, nos acecha el miedo a quedarnos solos.

Por otro lado, los sentimientos de culpabilidad y determinación se suceden de forma cíclica. Aunque en el fondo sabemos que hemos hecho lo correcto (determinación), la perspectiva de una separación o una ruptura lleva consigo una sensación de fracaso que siempre es complicada de superar (culpabilidad). Sabemos que tendremos que empezar a construir nuestra vida de cero, pero según vayan pasando los días y vayamos tomando posesión de esa nueva vida iremos encontrando alivio.

De nosotros depende que la ruptura se convierta en una huida o en un ventajoso proceso de crecimiento personal.