La frustración es algo normal en la vida de todo ser humano. Lleva consigo una serie de emociones negativas que van desde la rabia, a la ira, pasando por el dolor y la impotencia y que antes o después acabaremos experimentando porque en algún momento no podremos lograr aquello que deseábamos.
No hace falta que hagamos algo mal para frustrarnos. Podemos hacer las cosas bien y sentir frustración. Pero tendemos a pensar que si hacemos las cosas bien, si somos buenos y perfectos, no tendremos frustraciones y todo saldrá bien pero esto no es así porque depende de la vida misma y esta es incontrolable.
Otras veces tratamos de evitar la frustración tratando de controlarlo todo y lo único que conseguimos es estar constantemente sufriendo por si pasa algo que escape a ese control. No nos damos cuenta de que el deseo de intentar controlarlo todo solo nos llevará a la frustración porque nunca lo conseguiremos. Lo único que podemos acabar consiguiendo es caer en una espiral de sufrimiento en la que nos exijamos más y más para tratar de controlar la frustración.
No poder controlar nuestro destino provoca ansiedad en muchas personas y ante eso cada uno elabora sus propias estrategias para evitar la frustración: negando que quisieran conseguir aquello que finalmente no han conseguido, esperando menos para tener menos posibilidades de frustrarse, etc.
Pero ante la frustración lo mejor que podemos hacer no es tratar de evitarla sino aprender a aceptarla, a asumir que cuando las cosas no son como nosotros queremos en el momento en que nosotros queremos no es tan grave. Pero aceptar las cosas tal y como son no implica resignarse y no hacer nada para conseguir lo que se desea, sino más bien idear nuevas estrategias para conseguir lo que buscamos.
Consejos para aceptar la frustración:
- Cuestiona tus ideales: Debemos preguntarnos si estamos deseando algo imposible ya que de ser así, deberíamos replantearnos nuestro objetivo puesto que las probabilidades de que lo consigamos serán realmente bajas. Si no es un imposible en ese caso tenemos que pensar en qué podemos cambiar en nuestra manera de actuar para conseguir lo que queremos. Lo ideal es plantearnos metas intermedias, alcanzables y que dependan de uno mismo.
- Siente las emociones: Aceptar la frustración significa sentir todas las emociones que nos provoca. Esto no significa reaccionar dejándonos llevar por ellas sino dejar que fluyan para ser conscientes de ellas y que terminen por desvanecerse. Entonces podremos darnos cuenta de nada nos impide seguir con nuestros planes a largo plazo.
- Averigua qué es lo que de verdad deseas: algunas veces nos ilusionamos con cosas que en realidad no necesitamos y la frustración llega cuando una vez que hemos obtenido eso que buscábamos no nos llena. En este tipo de situaciones tenemos que ver en la frustración una oportunidad de ver lo que realmente nos importa.
- Identifica tus propias fantasías: a veces nos ilusionamos con nuestras propias fantasías. Olvidamos que son fruto de nuestra mente y al no conseguirlas nos llenamos de frustración. Podemos soñar pero debemos ser conscientes de que esas fantasías son solo eso, fantasías.
- Actúa: la inacción y la preocupación excesiva solo llevan a la mayor de las frustraciones. Por tanto lo mejor que podemos hacer es actuar. Los errores que podamos comentar nos ayudarán en nuestro proceso de aprendizaje.
- Juega a frustrarte: puedes entrenar tu frustración jugando a pedirle a cinco personas diferentes algo que crees que no te van a conceder (su coche, que te lleven a algún lugar…) Aunque sepas que probablemente te dirán que no, pídeselas y observa qué sucede en tu interior ante esa frustración.