Todos los seres vivos necesitan dormir. Algunos expertos sostienen que la causa radica en que el sueño permite reforzar las conexiones neuronales del cerebro mientras que otros defienden la idea de que el sueño lo que hace es preparar al cerebro para seguir recibiendo y procesando estímulos. Sea cual sea el verdadero cometido del sueño, lo que está claro es que necesitamos dormir y conseguirlo no resulta fácil para todo el mundo.
Existen muchas personas que tardan mucho en conciliar el sueño, otras que se despiertan constantemente y otras no son capaces de descansar durante las horas que permanecen dormidos, ya que ambas tareas no siempre van unidas. Todas esas personas han de saber que existen una serie de recomendaciones que les ayudarán mucho a conciliar el sueño y mejorarán como consecuencia, su calidad de vida.
Algo importante para lograr un buen sueño es la habitación en la que dormimos. Debe ser una habitación cuyo aire se renueve todos los días y que esté aislada de ruidos externos. A la hora de ir a dormir es preferiblemente que estemos completamente a oscuras, aunque también hay quien prefiere dormir con algo de luz entrando por su ventana. La temperatura de la habitación debe estar entre 12 y 26ºC. No es recomendable utilizar mantas demasiado gruesas al igual que tampoco un pijama que no nos resulte cómodo. El colchón, al igual que la almohada, son por supuesto importantísimos. No es aconsejable utilizar unos ni demasiado blandos ni tampoco demasiado duros y a la hora de elegirlos debemos tener en cuenta nuestra complexión así como la postura que adoptamos al dormir. Respecto a la posición de la cama, el feng shui aconseja que la cabecera esté orientada hacia el norte porque de esta forma facilitará el sueño.
La alimentación también está muy vinculada a la capacidad para conciliar el sueño. Es sabido que las comidas abundantes o grasas y de difícil digestión justo antes de acostarnos no ayudan a dormirse rápidamente. Al igual que bebidas estimulantes a base de cafeína o el té o el alcohol. Sí lo hacen sin embargo los zumos naturales (especialmente el de maracuyá) y el clásico remedio del vaso de leche templada con miel. Al igual que las almendras o las avellanas, ricas en triptófano y que favorecen la relajación. Por otro lado, un exceso en el consumo de sal durante todo el día produce alteraciones del sueño al elevar la presión sanguínea.
Tras una cena moderada, lo siguiente que podemos hacer para acabar con el insomnio es tomar una ducha caliente ya que ayuda a conciliar el sueño porque al alivia la tensión muscular.
Las infusiones de plantas medicinales con propiedades sedantes también pueden venirnos muy bien y además no tienen ningún tipo de contraindicación como sí ocurre con los fármacos. Entre las más recomendables que pueden tomarse en forma de infusión están: la amapola de California, avena, calabaza, manzanilla, cuernecillo, lavanda, melisa, tilo, pasiflora o valeriana entre otros.
Ya en la cama podemos optar por leer un poco, pues es una actividad que acelera el sueño, o si lo preferimos, podemos realizar ejercicios de respiración Las respiraciones lentas, largas y profundas inducen al cuerpo a la relajación y acaban con la ansiedad causante en muchas ocasiones del insomnio. Pero tan importante como la relajación física, es la relajación mental. Esta técnica consiste en que tratemos de invocar imágenes relajantes en nuestro cerebro (estar tumbado en la playa, escuchar el sonido del mar, caminar descalzos sobre la hierba, etc).
Similar a la técnica de la relajación mental es la de crear el propio sueño, que no es otra cosa que cerrar los ojos e imaginar que proyectamos los sueños agradables que desearíamos tener en una gran pantalla donde nosotros somos los espectadores. Ejercicio que si lo deseamos, podemos realizar acompañados de música relajante.