Hay personas, que por su carácter excesivamente condescendiente o su buena disposición hacia los demás no son capaces de decir "no" a los deseos y las peticiones de los demás. Son personas para las que no existen expresiones como "no quiero", "no puedo" o "no me interesa".
Pero estar siempre disponibles para los demás y decir siempre "sí" también tiene su parte negativa. Cuando alguien lo hace de manera sistemática, sus propias necesidades y deseos pasan a un segundo plano dando prioridad a las demandas y los deseos de los demás. Además, esta situación puede acabar provocando en la persona un resentimiento, malestar y baja autoestima.
Cada persona tiene un motivo diferente por el que le cuesta decir "no". Algunas personas creen si no lo hacen los demás tendrán una imagen negativa de ellos, otros creen que se les tachará de egoístas, otros tienen miedo de fallar a los demás, a otros decir "no" les genera sentimientos de culpa…
Pero también existen personas para las que el sí resulta cómodo. Decir siempre "sí" les permite dejarse llevar por lo que quieren los demás y les evita tener que decidir por sí mismos. Es una forma de no asumir responsabilidades ni pensar por sí mismos. También hay otro perfil de persona que da un gran valor al autosacrificio y para la que estar muy pendiente de las necesidades de los demás y poco de las suyas propias hace que se sientan útiles.
Por último hay un tercer grupo de personas que dicen que "sí" a todo para conseguir la aprobación de los demás, para ganar la seguridad y la sensación de pertenencia que aporta formar parte de un grupo y de unas mismas opiniones, ya que ir en contra significa diferenciarse.
Pero saber decir "no" en ciertas situaciones es una condición necesaria para mantener el bienestar psíquico y físico y tiene consigo muchas ventajas. Es un signo de seguridad, confianza y respeto por uno mismo.
Decir "no" nos da la capacidad de poder elegir, aunque creamos que estamos atrapados en una situación a la que no nos podemos negar, siempre podemos elegir.
Decir "no" nos permite también pensar en nosotros mismos es decir, tener en cuenta nuestras propias necesidades y deseos, respetar y escuchar lo que dicen nuestras sensaciones y nuestros pensamientos.
Saber decir "no" nos permite priorizar, no perder energías con cuestiones que en realidad no nos interesan. Además es una forma de cuidarse a uno mismo, de no hacer siempre cosas que van en contra de lo que realmente deseamos. Cada vez que decimos "no" estamos poniendo un límite y los límites son como puntales en la identidad, puntos de referencia que nos sirven de guía y permiten vivir con sentido y coherencia.
Para aprender a decir "no" podemos seguir una serie de consejos:
- Gana tiempo
Suele ser útil intentar ganar tiempo antes de contestar, especialmente para las personas que por inercia tienden a decir "sí". Ese tiempo les permite aclararse, terminar de decidir y tomar la decisión adecuada.
- Pregúntate qué es lo que quieres
Adquirir el hábito de preguntarnos qué es lo que deseamos más allá de lo que desean los demás. En los casos en los que no coincidan y creamos que no debemos ceder, la mejor decisión será negarse.
- Exprésate con claridad
Ya que no es fácil dar una negativa, es importante que a la hora de hacerlo aprendamos a no ser desagradables. Conviene aprender a explicar claramente la razón por la que rechazamos algo apelando para ello a nuestras necesidades y sentimientos.
- Asume tus errores
Al ser capaces de decir "no" estamos tomando nuestra propia decisión, y por tanto, asumiendo un posible riesgo a equivocarnos. De ser así, no debemos culpar al otro puesto que la decisión ha sido nuestra.
- Mantente firme
Debemos ser firmes una vez hemos tomado una decisión. Si los demás no están acostumbrados a que demos una negativa por respuesta, es fácil que intenten convencernos para que cambiemos de opinión.