Son muchas las emociones que podemos llegar a experimentar en un mismo día. A veces nos desbordan, especialmente cuando son negativas y por eso preferimos dominarlas o ignorarlas. No somos conscientes de los mensajes que contienen y que si somos capaces de descifrar, (no siempre es fácil pero podemos conseguirlo) nos pueden ser de gran utilidad.
Depende de nosotros escuchar a nuestras emociones y aprender de ellas o ignorarlas y cerrarnos al fluir de la vida. Si nos decantamos por escucharlas, la mente puede ayudarnos pues aunque se suela pensar que la relación entre mente y emociones es opuesta, ambas son complementarias.
Alegría
Es la respuesta a la satisfacción, el éxito o el amor. Provoca expansión y nos invita a compartir y expresar con los demás. Se intensifica cuando nos acostumbramos a agradecer lo bueno que tenemos y le devolvemos a la vida toda su generosidad.
Pero existe también la "falsa alegría" , es decir, una estrategia emocional que usamos como máscara para tapar otras emociones más problemáticas o desagradables. Pero se trata de una alegría superficial y vacía.
Celos
Esta emoción aparece ante el miedo a que la persona amada entregue su atención, su amor o afecto a una tercera. Cuando aparecen los celos, en vez de empezar a controlar al otro lo que debemos hacer es mirar hacia nuestro interior.
Los celos nos hablan de la falta de reconocimiento, seguridad y valor y no podemos depender de otra persona para obtenerlos sino que debemos ser capaces de proporcionárnoslos nosotros mismos. Por lo que podemos usar esta emoción para cultivar en nosotros aquello que exigimos al otro.
Culpa
Es el pesar que surge cuando hemos dañado a alguien o quebrantado alguna de nuestras normas internas. Cuando se trata del primer caso, el sentimiento de culpa nos ayuda a saber cómo podemos reparar ese daño que hemos causado. Mientras que cuando la culpa proviene de haber quebrantado una norma hasta ahora teníamos, nos ayuda a evolucionar rompiendo con aquello que habíamos asumido porque pertenecía a nuestros padres o a la sociedad, pero que en realidad no nos resultaba útil.
Envidia
Se trata del dolor que surge cuando alguien posee una cualidad, vive una circunstancia o alcanza algo que deseamos y no tenemos y nos remite a nuestros propios deseos insatisfechos. Pero la envidia puede llegar a convertirse en un motor de mejora personal y de superación. Todo lo que tenemos que hacer es preguntarnos qué deseamos lograr y trazar después un plan para conseguirlo.
Ira
Surge ante un ataque o ante la indiferencia demostrada por un ser querido. Nos lleva instintivamente al deseo de agresión, pero puesto que éste no está bien vista en nuestra sociedad, acabamos reprimiendo este deseo o expresándolo con palabras gracias a la razón.
Como ocurre con la tristeza, la ira también nos puede hacer llorar, pero la diferencia está la tristeza es más pasiva y en que la ira bien canalizada tiene un gran poder creativo y constructivo.
Miedo
Es una alarma que suena cuando nuestro organismo detecta que existe una amenaza a la que no podemos hacer frente porque no dispone de recursos para ello. Dicha alarma puede venir de un peligro real o de uno que sin serlo, lo interpretamos como real. El miedo puede provocar huída, palpitaciones, sudoraciones…
Cuando sentimos miedo estamos en realidad buscando seguridad, por eso ante la sensación de miedo deberíamos cuestionarnos de qué forma podemos proporcionarnos esa seguridad necesaria para afrontar la situación conflictiva.
Tristeza
Se trata del sufrimiento provocado por una pérdida. A veces podemos identificar claramente el suceso por el cual estamos tristes pero no siempre es así.
La tristeza lleva instintivamente a la persona que la sufre a recogerse y a llorar o a abrirse a una persona de confianza y que le consuele.
Pero vista desde un punto de vista positivo, la tristeza es una emoción que bien canalizada nos abre a la sensibilidad y a la compasión.
Cuando la tristeza se cronifica la clave está en darse el permiso para revivir lo doloroso y llorar, para digerir el dolor de algún modo.
Vergüenza
Es el miedo que experimentamos por miedo a ser juzgados negativamente, a recibir críticas y a que nuestra autoestima sea dañada. Pero por otro lado es también un mecanismo protector que nos ayuda a evitar la vulnerabilidad frente a una posible humillación.
Entraña una cierta tristeza por no ser aceptados y miedo a ser como realmente somos. Nos obliga en ciertas ocasiones a esconder nuestras opiniones o incluso a dejar de hacer cosas. Por eso es importante encontrar la forma de mostrarnos tal y como somos y perder ese miedo que a veces se esconde tras la vergüenza.