Vivimos en una sociedad en la que impera el narcisismo social, que hace que concedamos a nuestra apariencia una importancia excesiva e impone la necesidad de tener un cuerpo ideal.

Otra clave del narcisismo social es la idea de éxito. Hoy en día se valora el éxito por encima del amor. Se confunde el reconocimiento que proporciona el éxito con el amor necesario para gozar de salud emocional. El cuerpo se utiliza como un instrumento hacia el éxito, se convierte en una herramienta y, por tanto, no se presta atención a lo que necesita.

Pero para muchas personas conseguir este cuerpo ideal se convierte en una obsesión que les lleva a perder por completo su salud. Puesto que no son capaces de conseguir esa imagen ideal, acaban sintiéndose vacías por dentro y enormemente frustradas. Además esa lucha por conseguir un cuerpo perfecto les aparta de sus verdaderos valores.

Estas personas, en su obsesión por perder peso, lo que consiguen es destrozar su autoestima pues constantemente están buscando la aprobación por parte de los demás y si no adelgazan, creen que no cuentan con ella. Lo que se traduce en una gran inseguridad en todos los aspectos de su vida. Se preocupan por complacer a todos menos a sí mismos en definitiva.

Estas personas deben ser capaces de entender que la mejor forma de adelgazar con salud es seguir el ritmo natural de su cuerpo. No se trata de que vivan constantemente sometidos a la rectitud de un régimen que son incapaces de cumplir, sino de cuidar su cuerpo cuando está cansado, en darle de comer cuando tenga hambre dejando de prohibirle alimentos, en quererlo cuando necesite afecto… y afrontar los problemas buscando la mejor solución en lugar de comer compulsivamente para olvidarlos. Sería algo así como tomar las riendas de su propia vida sin tensarlas demasiado ni dejarlas demasiado flojas.

Desde luego que conseguirlo no es fácil pero existen una serie de recomendaciones para lograrlo:

- No te escondas para comer: no te escondas para comer como si te sintieses culpable por ello. Siéntate a la mesa para comer, sé consciente de ello y trata de mantener una relación natural con la comida.
- Evita las distracciones: no es aconsejable que veas la tele o leas mientras comes. Hacerlo te impide disfrutar de los sentidos y percibir cuándo sientes saciada. Lo ideal es comer en un ambiente agradable y tranquilo lejos de tensiones o discusiones.
- Come cuando tengas hambre: si comes sin hambre, lo más probable es que te excedas porque te dejes llevar por el "hambre emocional" que es el que no controlamos. Come aquello que te pida el cuerpo (dulce, salado, frío, caliente) y deja de hacerlo cuando te sientas satisfecha.
- No te culpes ante un atracón: si caes en un atracón, no debes odiarte ni sentirte débil por ello porque no has hecho nada malo. En ningún caso es aconsejable que te castigues al día siguiente dejando de comer. Si lo haces lo más probable es que en el momento más inesperado caigas en otro atracón.
- Habla de tus problemas: comparte con tus amigos tus problemas en lugar de tratar de llenar tu vacío interior con comida. A veces es la necesidad de comunicación y la falta de afecto es lo que nos induce a comer. Pero la satisfacción que produce la comida es efímera y sobre todo no resuelve el problema, algo que sí hará hablar con naturalidad de tus problemas.
- Pide ayuda: una vez comprendas que no puedes resolver tus problemas a través de la comida, anímate a pedir ayuda a un profesional.