La risoterapia es la técnica terapéutica que se sirve de los beneficios físicos y mentales que produce la risa.
Ya en el siglo XVI, el clérigo y erudito inglés Robert Burton defendía que la alegría y la risa eran la fórmula para derribar los muros de la melancolía, un antídoto clave y una cura suficiente. Más tarde, el filósofo Immanuel Kant coincidió en señalar que la risa tenía un efecto fisiológico benéfico que permitía sanar el cuerpo, y como consecuencia, el alma. Pero a lo largo de la historia esto no fue así siempre, y en algunas tradiciones como la judeocristiana y la cristiana llegaron a ser condenados a muerte quienes reían o hacían reír puesto que se consideraba que la risa "atentaba contra la autoridad".
Cuando nos reímos nos sentimos bien. Esta sensación procede, a nivel fisiológico, de los espasmos del diafragma, que a su vez producen un masaje vibratorio sobre todos los órganos al tiempo que hacen que incremente la circulación sanguínea, mejorando así su rendimiento.
Así, la risa produce un aumento del nivel de inmunoglobulinas, la oxigenación de los tejidos celulares, la producción de endorfinas o un efecto analgésico contra el dolor. Aunque todo esto no pueda apreciarse de forma externa en una persona, lo que sí podemos ver es que una persona que se ríe con asiduidad es alguien que tiene un aspecto sano y saludable y que aparenta ser más joven de lo que es.
Una de las explicaciones de por qué la risa proporciona tantos beneficios para nuestro organismo hace referencia al hecho de que sale del mismo chakra de donde salen las emociones: el plexo solar. Motivo por el cual la risa está tan relacionada con la respiración, la rabia, la tristeza y el miedo. De ahí que sea frecuente que alguien que ría acabe llorando y que alguien que esté llorando acabe riéndose.
Claro que no cualquier risa es válida para que produzca sobre nuestro organismo estos efectos tan positivos de los que hablamos. Las risas nocivas como puedan ser las que se derivan de ridiculizar a alguien o del sarcasmo, no sirven para curar. La risa que sana es aquella que procede del corazón y expresa alegría. La llamada risa franca, que expresa gratitud y alegría de vivir.
En los talleres de risoterapia se trabaja esta risa pero de un modo interior, es decir, sin que haya una causa externa que la provoque. Para ello se trabaja desde los ojos. Se considera que puesto que éstos son los primeros órganos que reciben señales del exterior y obligan a los órganos y glándulas a acelerarse en ocasiones de peligro o tranquilizarse en situaciones de calma, relajando los ojos podremos relajar el cuerpo entero y liberar la energía que necesitemos.
Esta terapia busca también que las personas aprendan a reírse de sí mismas, para de esta forma liberarse de prejuicios y pesadas cargas emocionales que solo provocan estrés, ansiedad, insomnio y bloqueos de los canales energéticos. La risoterapia pretende también enseñar cultivar el sentido del humor, enseñar a ser optimistas y a sanar la mente persiguiendo emociones positivas.