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La reflexología

La reflexología es una técnica consiste en aplicar presión en puntos específicos de las manos y de los pies para influir en la salud de las partes correspondientes del cuerpo. Aunque la reflexología moderna nació en el siglo XIX, existen pruebas que afirman que su origen está en el Antiguo Egipto y en China, donde se comenzó a utilizar el concepto de reflexología hace unos 5000 años.

La reflexología se basa en la estimulación de los sensores de presión situados en las manos y en los pies conectados con diferentes partes del cuerpo, con el objetivo de que todo el cuerpo reciba dicho estímulo.

La reflexología moderna está influida por la terapia zonal del Dr. Fitzgerald desarrollada en los siglos XIX y XX. Ésta dividía el cuerpo en diez zonas longitudinales que iban desde la cabeza hasta los dedos de los pies, y en las que todas las partes de una zona estaban conectadas. Más tarde otros expertos añadirían al concepto de las diez zonas tres líneas laterales y más detalles para crear un mapa de los pies y las manos.

Reflexología podal

La reflexología puede aplicarse tanto en las manos como en los pies y aunque los expertos difieren sobre qué método resulta más eficaz, parece que por norma general los masajes en los pies se consideran más efectivos porque estas partes del cuerpo suelen ser muy sensibles. Así como porque juegan un papel vital en la supervivencia. En peligro extremo, cuando se necesita una reacción de lucha o de huida, los pies preparan para participar en la defensa o la evasión. Esta acción se produce al procesar el cerebro la información externa que se recibe mediante los sensores de presión de las plantas del pie, que le ayudan a determinar los niveles de energía y oxígeno y en función de los mismos proporcionar una respuesta u otra.

Son muchos los beneficios sobre la salud que proporciona la reflexología. Entre ellos están: ayuda a relajarnos, a recuperarnos de una lesión, libera el estrés, alivia la tensión acumulada en manos y pies, palía los síntomas de algunas enfermedades, reduce el dolor, mantiene la movilidad y destreza de las manos y mejora nuestra calidad de vida en general puesto que libera endorfinas.

Para experimentar sus beneficios, podemos acudir a un profesional pero también podemos aplicarnos la presión nosotros mismos puesto que constituye una opción sin riesgos. Siempre es más recomendable recibir un masaje que autotratarnos nosotros mismos, pues contribuye a una mayor relajación.

Además la reflexología es una terapia muy segura, puesto que se trata de un método no invasivo, natural y de sencilla aplicación. No existe ningún límite de edad para beneficiarse de ella ni exige un estado de salud concreto. Bebés, niños, personas mayores, mujeres embarazadas, enfermos graves o personas con enfermedades mentales podrán disfrutar de las ventajas que proporciona la práctica de la reflexología.