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La fitoterapia

La fitoterapia consiste en el tratamiento de las enfermedades mediante plantas medicinales. Dichas plantas funcionan como fármacos al poseer principios activos que son utilizados en el tratamiento curativo o paliativo de distintas enfermedades.

Históricamente la evolución y estudio de la fitoterapia ha estado ligado a la evolución del pensamiento médico. A partir de la observación del comportamiento animal se descubrió mucho sobre el uso medicinal de las plantas: por ejemplo, se pudo comprobar cómo un lobo que ha sido mordido por una serpiente cava para comer la raíz de la dragontea o un carnero con trastornos digestivos come milenrama.

A partir del siglo XVIII surgió un interés por conocer la composición química de las plantas, lo cual contribuyó a dar un nuevo enfoque en el uso y aprendizaje de las propiedades de las plantas medicinales, relacionando los efectos curativos de éstas con los principios activos que las plantas poseían. Los principios activos suelen estar repartidos por toda la planta, pero hay plantas que localizan su principio activo en una parte en concreto. Las hay que lo poseen las hojas (como sucede con el eucalipto), el tallo (es el caso de la caña de azúcar), la corteza, las raíces, las flores, los frutos, las semillas o los pétalos (como es el caso de la amapola)

Mesa con plantas medicinales

Pero el valor de una planta medicinal no se reduce a sus componentes activos, sino al efecto terapéutico global producido por la interacción entre las distintas sustancias químicas que la planta elabora. Entre los distintos componentes que podemos encontrar en las plantas medicinales se encuentran:
- Alcaloides: los encontramos en plantas como la adormidera y la belladona. Actúan sobre el sistema nervioso central con efecto anestésico, analgéisco o narcótico, aumentando o disminuyendo la presión sanguínea. Pueden actuar como depresivos o estimulantes.
- Salicilatos: se encuentran en plantas como el sauce, la ulmaria y la gaulteria. Tienen efecto antiinflamatorio, antirreumático y diurético.
- Glicósidos cianogénicos: los hallamos en las hojas de laurel de cerezo. En dosis bajas tienen efecto activador y estimulante del centro respiratorio, pero en cantidades elevadas son tóxicos celulares.
- Flavonoides: tienen función vasoprotectora,diurética y antiespasmódica. Los encontramos en el regaliz y el ginkgo.
- Mucílagos: contienen mucílagos el malvavisco, la malva, la zaragatona y el llantén. Calman la tos y ejercen una acción antiinflamatoria, protegiendo el sistema digestivo de la irritación y la acidez. También poseen efecto laxante.
- Aceites esenciales: tienen acción sobre el sistema nervioso central con muchos y distintos efectos. Entre las plantas aromáticas que contienen aceites esenciales encontramos el árbol del té, el tomillo, la lavanda o el naranjo.
- Resinas: son purgantes puesto que tienen una gran acción irritante. Las localizamos en el podófilo o la grindelia, por ejemplo.
- Bálsamos: poseen acción expectorante, antiséptica, bactericida y antiparasitaria. Algunos ejemplos de bálsamos son el de tolú o benjuí.
- Enzimas: las enzimas influyen en las reacciones químicas que se producen en nuestro organismo y son por ello muy importantes. Encontramos enzimas digestivas en la piña y la papaya.
- Minerales: son indispensables para el organismo. Las plantas que aportan minerales provocan un intercambio de elementos en el cuerpo humano y actúan como remineralizantes. Entre los distintos minerales que existen se encuentran: el calcio (fundamental en la formación de los huesos y cartílago y presente en las semillas de sésamo y el apio); el cobre ( que facilita la incorporación de hierro a la sangre y que se encuentra en el cacao); el hierro (en la ortiga o el perejil); el manganeso (que podemos encontrar en las semillas de soja) o el fósforo (componente importante de los huesos, clave en la absorción de nutrientes y grasas y presente en el berro)
- Vitaminas: son fundamentales para el funcionamiento adecuado de nuestro organismo y sus funciones son muy variadas. La vitamina D regula los niveles de calcio y fosfato en sangre y se encuentra en la levadura de cerveza; la vitamina E se encuentra en el aceite de oliva y es antioxidante; la vitamina C fortalece el sistema inmunológico y se encuentra en el escaramujo o el perejil; las vitaminas B1 y B2 intervienen en muchos procesos enzimáticos y están presentes en la levadura de cerveza; y la vitamina K, vinculada a la coagulación sanguínea, la podemos encontrar en la alfalfa y las espinacas.