Horóscopo de Hoy

Diez preguntas que deberías hacerte

A veces, y especialmente cuando estamos más bajos de ánimo, nos solemos preguntar qué podríamos hacer para ser más felices. Puesto que la vida trata de desarrollarse y evolucionar y nuestras emociones y ambiciones cambian con el paso de los años, no podemos seguir haciendo las cosas de la misma forma en que las hacíamos cuando éramos más jóvenes.

Es necesario que nos tomemos un respiro para evaluar nuestra propia vida, para ser conscientes de si estamos o no repitiendo viejos hábitos que nos conducen a no ser todo lo felices que podríamos. Además, preguntarnos acerca de nuestras propias emociones nos dará como resultado una serie de reflexiones muy productivas.

1. ¿Quienes son mis verdaderos amigos?
A veces cuesta distinguir los simples conocidos de los amigos de verdad y lo peor de todo es que a veces llegamos a olvidarnos de quienes nos importan de verdad, que son los segundos. Como también sucede que somos incapaces de apartar de nuestra vida a aquellas personas cuya amistad resulta tóxica para nosotros.

2. ¿Qué importancia tiene en mi vida mi trabajo?
Hay quien vive para trabajar y quien trabaja para vivir pero la situación ideal para ser felices es encontrar un equilibrio entre nuestra vida personal y laboral. El ideal serían ocho horas de trabajo, ocho de disfrute y ocho de descanso.

3. ¿Soy capaz de aceptar mis errores?
Es frecuente que cuando cometemos un error intentemos echarle la culpa a otra persona y la razón está en que es un hábito que adquirimos en la infancia. Pero puesto que ya no somos niños, como adultos deberíamos ser capaces de aceptar nuestros errores, porque de no hacerlo corremos el riesgo de quedarnos sin credibilidad ante los demás. Cuando cometemos un error debemos ser capaces de asumir nuestra responsabilidad y pensar en qué podemos hacer para no volver a cometerlo en el futuro.

Chica pensativa

4. ¿Por qué y por quién lo daría todo?
Tener claro por qué y por quienes estaríamos dispuestos a luchar (pero también por qué o por quienes no lucharíamos) hace que seamos plenamente conscientes de cuáles son nuestros valores y nos permite además dar un mayor espacio a lo que de verdad nos importa.

5. ¿Me esfuerzo por ser mejor?
Competir contra nosotros mismos para convertirnos en nuestra mejor versión nos ayudará a enfocarnos en lo que realmente queremos cambiar además de que nos permitirá convertir nuestras tareas cotidianas en algo mucho más interesante.

6. ¿Soy consciente de mi mismo?
Ser consciente de ti mismo puede ayudarte a comprender a otras personas. Para aprender a mirarnos de forma objetiva necesitamos centrarnos en todas las habilidades que hemos tenido que aprender en nuestra vida. Debemos pensar también en todos los pequeños pensamientos que nos llevan a actuar de una determinada manera y en si de verdad éstos se adecúan a la imagen que nos gustaría proyectar de nosotros mismos.

7. ¿Espero demasiado de los demás?
Si nuestras expectativas respecto a cómo deben ser las cosas y las personas son demasiado altas, lo más probable es que acabemos juzgando a todo el mundo más de la cuenta y que nos sintamos defraudados cuando no cumplan con éstas. En lugar de adoptar esta actitud, debemos pensar que están haciendo todo lo que pueden a pesar de que pueda no ser suficiente para nosotros. De esta forma aprenderemos a aceptar a los demás tal y como son.

8. ¿Podría tener más suerte de la que tengo?
Seguro que la respuesta es sí. Siempre hay algo en lo que nos gustaría mejorar (trabajo, economía, amor, etc.) pero lo que debemos hacer es plantearnos si de verdad hacemos todo lo que podríamos hacer para situarnos conscientemente en el camino de la oportunidad. El primer paso para lograrlo es sintonizar nuestro sistema de activación reticular, no para protegernos de las cosas negativas que nos puedan ocurrir sino al servicio de las posibilidades que nos presenta la vida.

9. ¿Sé escuchar?
No sabemos escuchar si cuando lo hacemos nos dejamos llevar por juicios previos. Escuchar requiere tener una mente abierta, escuchar centrándonos en lo que está diciendo nuestro interlocutor y no en lo próximo que vamos a decir. Ni siquiera es necesario decir mucho. Cuando se trata de una conversación importante las palabras justas pueden ser muy importantes.

10. ¿Tiendo a generalizar?
Esto es algo muy común. Tendemos a generalizar cuando algo nos sale mal y no tardamos en afirmar que nuestra vida es un desastre.
El hábito de generalizar puede llevarnos a la tristeza cuando las cosas no salen como nos gustaría. Debemos aprender a no generalizar a partir de hechos aislados. Si algo no sale tal y como habíamos imaginado podemos mantenernos serenos o hacer un drama. Pero solo si elegimos la primera opción y dejamos de generalizar podremos liberar nuestra mente y concentrarnos en el siguiente escalón de la larga vida que nos queda por delante.